19 enero, 2014

MANOLÍN ÁLVAREZ, UN PIONERO DE LAS ONDAS QUE ES REFERENTE PERMANENTE EN LA RADIO

Asturiano en Cuba
Jesús Díaz Loyola (ATP)
Su nombre es Manuel Álvarez Álvarez (Manolín para Cuba) Es un referente permanente para la historia del medio que forjó. A él se debe en gran medida, la introducción y expansión de la radio en Cuba. Su pujanza y su ímpetu se impusieron para que conquistara el éter cuando en todo el Caribe no existía emisora alguna.

En la foto, el asturiano Manolín en los albores de los veinte 
en su primera estación, la 6EV de Caibarién, Villa Clara.

Su paternidad sobre la radio fue ninguneada por mucho tiempo en la isla, donde hizo gloria en las ondas. No fue hasta 1982, cuando ya ciego y sembrado en su vejez, el oficial Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) reivindicó en Manuel Álvarez el mérito de padre indiscutible de la radio. 

Por eso ya nadie niega en Cuba que mil novecientos diecisiete fue el año de los grandes emprendimientos por la radio. Ese año, y muchos otros, hay que agradecerlos a la figura de Manolín, que se fue a La Habana un día de 1905 y no volvió nunca.

Yo no tenía veinte años cuando comenzaba mis andaduras por el periodismo, y tuve la suerte fortuita de conocer a Manolín, el maestro y padre de la radio cubana.

Al llegar a La Habana de 1905, Manuel vivió en Tiscornia la cruenta página de la leyenda negra de la inmigración en Cuba. Después, a lo largo del camino toreó el chantaje y las incomprensiones de petulantes cuando pretendió enseñar la radio como un invento humano, "lo mas humano que se ha hecho", me decía siempre. 

En 1917 transmitió las primeras señales y en 1920 ya estaba en posesión de la primera estación de radiotelefonía de Cuba: la 6EV desde Caibarién, a la que luego sucedieron la 6LO y la CMHD.

Hoy lo vuelven a recordar  en sus años más vitales, porque  la muerte  no se lleva a un hombre valioso, sino que lo guarda y lo retiene en sus tiempos más adorables, porque como ya  digo, Manolín es un referente permanente para la radio.

UN LEGADO ESPAÑOL

AHORA el colega Rafael Solano vuelve retomar el referente de mis incursiones por la historia y por la vida de Manuel. Hoy, recrea la figura del asturiano como pionero indiscutible de la radio en Cuba. 

Después de contarle las grandezas de este hombre extraordinario, Solano escribió una nueva estampa para «Amigos de la onda corta», el punto en la radio que los domingos de 13.00 a 14.00 horas UTC y los lunes de 01.00 a 02.00 horas UTC, Antonio Buitrago presenta desde Radio Exterior de España y para el mundo. 

Otra vez Manolín Álvarez está en el punto de escucha de medio mundo justificando que en aquel pueblo cubano que los dos habitamos, Caibarién, comenzaron a transmitirse las primeras señales de radio en la isla. Escúchelo en este enlace, en el minuto 34 del programa de Buitrago. Gracias, colegas.

http://www.rtve.es/m/alacarta/audios/amigos-de-la-onda-corta/amigos-onda-corta-museo-retransmision-19-01-14/2318649/?media=rne

UN HOMBRE RADIO QUE VIAJA POR EL MUNDO
Una semblanza sonora de Radio Exterior de España, estuvo también no hace mucho en el punto de escucha de Mundo Radio, de Radio Isla.
                                              

Caibarién, mi pueblo.                             Manolín en el crepúsculo de su vida.
http://www.goear.com/listen/86149ea/--
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Aquí el colega Rafael Solano recrea la figura del asturiano como justificación de la historia que estoy escribiendo. Escuchen y disfruten este link que es un viaje a los tiempos míticos de la radio.

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http://www.goear.com/listen/86149ea/---

COMO UN MARCONI DE SU TIEMPO


En su día, otro colega que vive para la radio, Juan Carlos Roque García, dedicó una emisión de su ahora recordado «Voces»  de Radio Nederland para hablar del libro con el que pretendo reivindicar al asturiano Manuel Álvarez (Manolín) como introductor de la radio en Cuba. 

He hablado mucho de él a lo largo de los años. El libro ya acabado, aún no ha salido. Se lo contamos a Juan Carlos en la esencia de la vida de Manuel como un reflejo del emigrante de América y su afán emprendedor por imponerse: "A sangre y fuego hice la radio", así me lo decía mi amigo Manuel todavía vital en los años ochenta.  Cuba lo sabe.

                                              El programa «Voces» fue un testigo permanente de la vida y la cultura en toda la América hispana. Lo fue esencialmente con la radio. Y en él no podía faltar la vida de Manuel. Desafortunadamente, como tantos programas de Radio Nederland, ya no está en parrilla. Los que aman a la radio empedernidamente como Juan Carlos, como la amó Manuel, saben que es el invento más humano que se ha hecho. Hoy nos vamos a regocijar una vez más con la radio que nos inculcó esta sana obsesión de comunicar con la palabra hablada.

Escuchen aquí esta edición del siempre recordado «Voces» de Juan Carlos Roque y la historia de Manuel
http://www.rnw.nl/espanol/radioshow/manol%C3%ADn-un-marconi-de-su-tiempo


Reproduzco tres comentarios aparecidos en la web de Radio Nederland, asociados a este enlace, por la fuerza expresiva de lo que plantean.

Nelson Álvarez (hijo de Manolín)

22 Octubre 2011 - 12:41 de la mañana / Miami. Florida. USA
Manolín, sobrenombre que llevó consigo por toda la vida y bautizado así por los criollos cubanos caibarienenses de entonces por culpa de su acento asturiano; desembarcó en Cuba con apenas 12 años. Bien pudo ser un delincuente, pero soñaba con los ojos abiertos sobre las sacas de granos que se almacenaban en una bodega en donde trabajaba. Y germinó un día, no sin muchísimos esfuerzos,en el experimentador de la radio en Cuba más proverbial. Y creo una gran familia con su sudor y tesón residiendo en uno de los lugares mas espectaculares de la Ciudad de Caibarién y mostró a los demás lo que para entonces era un misterio. Lo se muy bien porque hablo de mi padre. QEP quien vivió para nosotros humildemente

Españolito de a pie (un aldeano asturiano)

22 Octubre 2011 - 10:40 de la tarde / España

Preciosa y entrañable la historia de tu padre, Nelson. Es una sorpresa muy agradable.
Asturias puede sentirse muy honrada por haber dado siempre al mundo hijos como Manolín, un claro exponente de esas personalidades muy despiertas pero al mismo tiempo poseedoras se ese rasgo que caracteriza a aquellos hombres que dejan su huella en la historia y las gentes: la alta capacidad de soñar lo imposible y poner en el empeño todo el corazón, como tú muy bien dices.
Yo, particularmente, como asturiano me siento muy orgulloso, y contento por que ahora se reivindiquen y difundan su nombre, sus logros e historia.
Os felicito a ti y a tu familia por el privilegio de haber tenido con vosotros su persona; a buen seguro, un alma llena de Astures viviendo en el Caribe.
Que en paz descanse, Manolín Álvarez.
Un abrazo desde Uviéu.

Luis Machado Ordetx (periodista y escritor cubano)

21 Octubre 2011 - 4:01 de la tarde / Cuba

Excelente estudio. No solo reivindicará a la histórica figura del asturiano Manolín Álvarez y Álvarez, sino que hará justicia a muchos que olvidados, fomentaron los cimientos de una radio participativa, de amplia aceptación y de rigor contemporáneo en los anales universales del medio. Ojalá que el afán del Sr. Díaz Loyola no aguarden por más tiempo en el sueño de una editorial y conviertan en revelador un suceso sin muchos parangones en la historia de la cultura cubana y española.

Enlace de Radio Nederland:http://www.rnw.nl/espanol/radioshow/manol%C3%ADn-un-marconi-de-su-tiempo


En la figura de Manolín Alvarez, un asturiano 
emigrante, que llegó con 13 años y echó 
raíces en Cuba, se centra el libro que lo 
reivindica como pionero de la radio en Cuba, 
desde 1917, cuando emitió las primeras señales 
de radio desde la norteña ciudad portuaria de 
Caibarién, en Villa Clara.












PADRE DE LA RADIO
En este blog @trio press (ATP), ya he ha adelantado un fragmento 

de esta biografía, en la que Manolín Álvarez es una memoria viva de 
la radio que forjó. Hoy la comparto nuevamente:
Caibarién
“El año 1920 será recordado
por las numerosas transmisiones
 de telefonía sin  hilos
que difundían informaciones
y programas de entretenimiento
 con el mismo espíritu
que tiene hoy la radiodifusión”.

Guillermo Marconi (BBC, 1944)


Verano de 1920

FRAGMENTO

Como empecé en la radio

...¡Era una voz humana! ¡Alguien hablaba! 
¡Después leía! ¡Y hasta se escuchó una música!...

Llevábamos varios días sin pegar ojos en espera del momento que iba a poner a prueba todo el esfuerzo de varios años, cuando en el verano de mil novecientos veinte, en el número siete de la calle de Céspedes, en la ciudad portuaria de Caibarién, nació la radio en Cuba.
El tándem de radiofonistas lo formábamos un grupo de jóvenes, a quienes  nos movía una obsesiva pasión por comunicar. El equipo era sólido y agrupaba hombres claves en materia de tecnología, redacción y creación artística, nombres que después fueron figuras en la radio.
Lo primero que hicimos fue instalar una antena en un punto alto de la ciudad, y el mejor emplazamiento estaba en el Cuerpo local de Bomberos. En pocos días ya teníamos dispuesto un pedestal de cien pies de altura para trasladar la señal mediante ondas eléctricas al mayor radio de distancia posible.
Aquellos días, mi casa era un centro permanente de operaciones radiofónicas por todo el caudal de equipos que había allí montado. Nada más entrar en ella resaltaba su sala inmensa, compartida en departamentos, donde estaba el grueso de los aparatos y una mesa de transmisión.
Mi casa era modesta con vistoso portal como muchas de las viviendas típicas que daban vida a la ciudad junto al mar; el suelo deslumbraba por los mosaicos estampados del tiempo español, y su altura favorecía la acústica.
Varias almas de Dios habían pasado ya sus vidas por la casa de Céspedes, pero el embrión de la radio estaba ahora allí para comenzar a ser testigo veraz de los momentos míticos de la radiodifusión en Cuba.

En dirección norte, resaltaba el puerto; más al centro atraían la imagen imponente de la institución Hispano-Cubana de Cultura y la Sociedad Liceo; y bordeando todo el litoral estaban los barrios de las familias más adineradas.

En las tardes de la Villa, el aire fresco agradecido de la bahía corría por entre la casa levantando las cortinas de puertas y ventanas.

El día del verano inaugural, una multitud improvisada comenzó a formarse en torno a la naciente estación radiodifusora, y en cuestión de dos o tres horas, la aglomeración de público abarrotaba todos los rincones de Céspedes. Podría decirse que todo Caibarién estaba volcado al acontecimiento: políticos, intelectuales, hombres, mujeres y niños. Todo el pueblo estaba allí.
En pleno vestíbulo de la casa-planta, todo el mundo mostraba elegancia: las mujeres hechas un encanto con sus vestidos largos, trajes a tono y sus peinados imponentes; los colegas del gremio, igualmente deslumbraban con sus portes. A media mañana, mi casa era un ajetreo entre la amplia concurrencia y el ruido de los aparatos.
Uno de los primeros  en llegar fue el Alcalde Municipal, el liberal Francisco Bolaños Santiago. Saludó y en gesto sólido exclamó: ¡Gracias Manolín! ¡Enhorabuena y bienvenida la radio al pueblo!

Además de Feliciano Reinoso, Bernardo G. de Santamarina y el doctor José Cabrera Saavedra, fueron también partícipes Lorenzo Martín y Miguel Baláis, y muchos otros hombres del pueblo convertidos después en artífices de las ondas desde sus cometidos cotidianos.

El tío Constantino, con quien comencé mis andaduras cubanas, tampoco faltó aquel día.

-¡Vuelves a ser Manuel Álvarez! –dijo nada más verme.
-¡Cuánto he tenido que pasar!
-Ya no soy el ayudante de La Covadonga ni el maquinista de la Casa López.
-¡Eres tú, Manuel, orgullo de los Álvarez de Ambás y de todo Carreño! Vas por buen camino.
-Toda mi elocuencia te la agradezco a ti.

En el fondo, Constantino manifestaba el placer de padre adoptivo al ver que todos los vaticinios se cumplían . Su cuidada educación a lo largo de los años en que acabé de estirar el cuerpo, ahora nos premiaba a los dos.

Era un día excepcional de mi vida, en el que tampoco faltó el Vice Cónsul de España en Caibarién, Celestino Amat, quien se congratuló con el acontecimiento salido de las manos de un español.
Por primera vez llevábamos la palabra hablada a los hogares del pueblo. Todavía no la llamábamos 6EV, pero era mi primera emisora real, la primera en toda de Cuba.
Como la fachada miraba en dirección Este, el sol de levante delataba todo el esplendor de una jornada histórica. 

Manolín muestra el hórreo de plata que le obsequió el Ayuntamiento de Carreño, como recuerdo de su tierra asturiana que no volvió a hacer nunca.

Listos los equipos, pronuncié las primeras palabras frente a un armatoste de micrófono conectado a una vitrola.

Hola, hola, me escucháis bien por ahí…

Feliciano, que era como un edecán en aquellos comienzos, estaba ahora situado en su casa de Maceo, a varias calles de Céspedes, pero los dos intentábamos comunicarnos mediante receptores muy rudimentarios.
Con aquel saludo, aquel ¡Hola! espontáneo, mi voz llegó clara y nítida. Comprobé varias veces para asegurarme el estado de los equipos, posiciones y ajustes. Y lancé entonces un mensaje más definido. Ofrecí los buenos días al aire y me identifiqué:
¡Manuel Álvarez, desde Caibarién, Cuba!
Lo volví a decir:
¡Manuel Álvarez, desde Caibarién, Cuba!

Risas y aplausos de todos los presentes y curiosos espontáneos daban crédito a lo que oían. La voz había llegado con total nitidez y así comenzábamos a vivir el esplendor de la radio de los veinte.
¡Ahora sí, señores! ¡Nació la radio!
Aquellas primeras palabras llegaron al espacio como arte de magia desde mi propia casa. Los rostros impávidos acuñaban el hecho, pero ninguno allí dábamos crédito a lo que oíamos. Todos estábamos sorprendidos. Mi voz sonaba extraña y tuve la sensación de una voz latosa, como suenan en las míticas placas shellac que entonces se escuchaban por los fonógrafos.

La radio se pasó el día repitiendo el mismo mensaje: “Esta es la estación de Manuel Álvarez, transmitiendo desde Caibarién, Cuba”. Y dije más: “Estamos en la banda de doscientos veinticinco metros con potencia de veinte watts. Esto es la radio, escúchennos…”.
Poco a poco, el estado emocional se fue generalizando por todo el pueblo a medida que los primeros radioescuchas de las ondas daban fe de lo que captaban las pocas radios de galena improvisadas por la ciudad. Entre la concurrencia en el escenario de la transmisión, los más sorprendidos eran las autoridades locales y representantes de la prensa y la cultura.
Una tormenta intermitente de los flashes de los fotógrafos, captaron el acontecimiento para la historia. Después, las crónicas daban crédito del interés público y social del invento.
Feliciano Reinoso, que además era activo hombre de prensa de la época, salió de su casa como un bólido, pero otros siguieron allí, pegados a su aparato durante todo aquel célebre día.
Al filo del mediodía, la sede de la estación era de una concurrencia total.

-¡Manuel!, ¡Manuel! –la voz de Reinoso retumbó por entre la multitud aglomerada en el portal.
            -¿Qué pasa? ¿Se oye? –le pregunté con asombro.
            -¡Se oye, y muy bien!
            -¿Qué dicen en la calle?
            -¡Que es un éxito, Manuel! ¡Un éxito! –acuñó.
            -¿Le escuchasteis bien?
            -Con total nitidez –aseguró.

De entre hombres y mujeres que no paraban de desfilar, se oía todo tipo de comentarios y las miradas se volvían cada vez más atónitas.

-Tu voz sonaba amable y sencilla –calificaba una madre mi timbre relamido cuando apenas contaba veintinueve años.
-¡Lo has conseguido, Manuel!
            Ese día exclamaron de todo: ¡Te felicito! ¡Es espléndido! ¡Espectacular! ¡A ver que dura!
            Tenía la sensación de estar viviendo la emoción de un campeón en un baño de multitudes.

            En medio del tumulto inagotable de gente, apareció entonces Bernardo G. Santamarina, quien desde su puesto de editor del El Comercio, era también voz reconocida en los periódicos. El Comercio atesoraba casi veinte años de vida desde que inició sus tiradas en mil novecientos dos; Santamarina comenzaba a ser un hombre entrado en años porque se veía encanecido y rechoncho.
-¿Y qué tal, Santamarina? ¿Cómo lo ha visto usted? –le pregunté con sorpresa.
-¡Es genial lo que se oye, una maravilla de invento...! –se deshizo en elogios.
-¿Acompañó el tiempo? –indagué.
-Sólo un poco de viento del norte al principio, pero después, todo fue más diáfano y la recepción de la señal muy clara. ¡Se oían hasta las moscas, Manuel!
-¡Jo’! no me digas –exclamé sorprendido.

Santamarina era un fumador empedernido. Ese día no dejaba de soltar bocanadas de humo, una tras otra, desde su inseparable cachimba y su bolsita de tabaco criollo. Las cosas que decía incentivaban mis ansias por la radio.

-¡Has encontrado la inmortalidad, Manuel!

Fue tanta la expectación, que hubo momentos en que todos soltábamos lo que teníamos en mano y levantábamos los brazos en señal de alegría. Unos a otros nos tendíamos las manos. Nos apretábamos los puños, saltábamos y expresábamos frases de satisfacción por el triunfo de las ondas: ¡Hurraaa! ¡Qué bien! ¡Lo conseguimos!
Los asistentes aclamaban el éxito alegrándose por lo que oían. Ni los más incrédulos evitaban en las calles sus elogios.
Los mensajes emitidos desde Caibarién volaron a la velocidad de la luz como lo hizo valer Marconi en su día. Tan perfectamente fue el lanzamiento de las primeras señales que no hubo interferencia alguna. Los veinte vatios de lo que comenzaba a ser la primera estación radiodifusora cubana, superaron la prueba y todas las expectativas.
En realidad, todos nos sobrecogimos ese día, los que emitíamos y los  que recibían la señal.
El estado de euforia era descomunal, y sentí una sensación de júbilo que jamás había vivido. Fue el primer baño de multitud de mi vida. Hasta altas horas de la madrugada fuimos unos locos obsesionados por el hecho consumado de la radio. 

Todo el mundo estuvo de fiesta. Todos estuvimos festejando en un ambiente enloquecido. En toda la ciudad y sus alrededores no hubo acontecimiento con tanto revuelo desde su fundación en mil ochocientos treinta y dos como la llegada del invento de las ondas.

Esa noche me acordé de muchas cosas, sobre todo de cómo lo habrían vivido mis padres, que me auguraban un futuro de éxito. Ahora de seguro era tan suyo este triunfo, que se lo ofrecía desde lo más profundo de mi alma. Me acordé de muchos ese día, de mi madre, que ya estaba con Dios, y de tanta gente que me ayudó en la vida.

Después de aquellos días, una programación experimental se dejó escuchar desde Caibarién en un amplio radio a la redonda por todas Las Antillas y el Caribe. Lo mismo se oía un paso doble, sonaba un vals y hasta los acordes de un danzón; a intervalos mi voz salía al aire dando las gracias y pidiendo que escribieran contando lo que oían desde Caibarién, Cuba:“Estamos en la banda de doscientos veinticinco metros con potencia de veinte watts. Esto es la radio, escúchennos…”.

Junto a estas líneas, la mítica 6EV, la primera estación de radio telefonía cubana, salida de las manos de un asturiano de la emigración: Manuel Álvarez Álvarez, de Ambás, en Carreño (a la derecha)

UNA FAMILIA AGRADECIDA

Manolo Álvarez Jr, heredero vocacional del pionero de las ondas, justifica toda la veracidad del testimonio de su padre tras muchos años de investigación.

Amigo y hermano Jesús

Acerca de tu artículo en el blog, lo he leído y re-leído muchas veces.
Si repitiera las palabras típicas de mi padre (Manolín), el estaría diciendo, Jesús es de ley.
Mi madre (Olimpia Casado) me decía en una de sus cartas, hay un muchacho recién graduado de periodismo que pasa mucho tiempo con tu padre hablando de la radio, y hasta ha escrito artículos poniendo en claro la verdadera progenitura de la radio en Cuba...
Gracias Jesús, por este y otros tantos artículos sobre mi padre, gracias por quererlo como lo has demostrado y, sobre todo, darle la posición que siempre mereció y que le fue negada.
Gracias de nuevo Jesús, 
Manolo

El menor de los cinco hijos de Manuel, Nelson Álvarez Casado, al cumplirse  120 años del natalicio de su padre elogió a este hombre que sobre todas las cosas, vivió para la radio.

Hermano Jesús. Cuando recibí tu correo con el adelanto de lo que sera el libro, fueron tantas las emociones que decidí cerrar la página en varias ocasiones para sosegar mi apetito de querer verlo todo de a una. Al fin ahora lo culminé. Y Jesús, has recibido en mis sentimientos a mi padre en su forma y estatura y eso te lo agradezco mucho porque lloré leyendo tu trabajo.

Quiero felicitarte porque has adquirido con la madurez de los años, un estilo profesional impecable de la narrativa, del periodísmo; hasta tal punto en que un puñado de letras me han robado a mi padre para bien.

Gracias infinitas. Mis hijos han de saber de tí y han de estarte siempre agradecidos.
Gracias mil.
A tus órdenes. Tu amigo
Nelson Alvarez.
Que estés mejor cada día.

Con gestos como el de Roque, Solano y Buitrago, la obra poco conocida del forjador asturiano en Cuba, alcanzará más latitudes.


SU ADIÓS

Un lustro faltaba para que su vida llegara al centenario: ¡el Siglo!, cuando Manuel Antonio Álvarez Álvarez (Santiago de Ambás, 1891- Caibarién, 1986),  quebró su vida en Caibarién, mi pueblo cubano junto al mar, adonde él llegó con 14 años y se sembró para siempre.

En mil novecientos noventa y uno, Manolín habría cumplido 100 años, ocasión en que el Ayuntamiento de Carreño le dedicó una placa en su memoria en la casa donde nació en Ambás, “como homenaje a uno de sus hijos más distinguidos y que llevó en su corazón y en las ondas, el título para él más amado de ser español y de su asturiana Ambás, en Carreño”. 

Su libro, aún sin publicar, es una deuda con el hombre y con la radio. 

4 comentarios:

  1. gracias por compartir amigo JESUS verdad que nuestro CAIBARIEN tiene tanta fortuna , que afortunados somo el ser de alli tanta gente hermosa , tan cultural nuestro pueblo muy bueno la remenbranza de MANUEL ALVAREZ ALVAREZ pionero de la radio cubana tuve el grandisimo gusto de conocerlo EPD

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  2. Ha sido un homenaje grandioso a ese hombre que saco la radio en cuba desde el comienzo , incansable luchador por sus sueños, Don Manolin, como yo lo conoci en el mundo de la radioafion, yo tuve la historica oportunidad de intercambiar con el y escucharlo todos los dias en contacto con otros colegas radioaficionados, su inconfundible acento asturiano lo llevo hasta sus postreros años de vida, en mi mente vive esa voz como si estuviera hablando aun, siempre lo admire y aun conservo la targeta QSL de su estacion y su firma.

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  3. Estimado, Carlos, me alegra enormemente su particular testimonio sobre este hombre extraordinario que conocí en vida y alimentó toda mi pasión por la radio y posterior formación profesional. Este año me han premiado un libro sobre la fabulosa historia que fue su vida entre la radio y los destinos que marcaron su viaje a Cuba, del que nunca volvió. El libro, titulado «Crónicas del Caribe» fue publicado bajo la firma editorial de Stella Maris en España y puede adquirirse en cualquier librería española, previa solicitud . En Internet también está en catálogos de Amazon.

    Por lo demás, expresarle mi gratitud por su tiempo y su evocador testimonio. He trasladado su comentario a los hijos de Manolin Alvarez que viven en Estados Unidos.
    Espero que en algún momento participen de este intercambio.
    Un cordial saludo,
    Jesús Díaz Loyola.

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  4. Muy estimado Jesus , muchas gracias por responder a mi comentario, yo adquiri el catalogo del libro en amazon apenas vio la luz, y lo devore inmediatamente, fue una gran alegria para mi saber que usted habia hecho lo que hace mucho tiempo debia haberse hecho, pues me sentia muy frustrado al ver que siempre se quizo opacar de manera oficial en cuba las proezas de este gran hombre de la radio. yo lo escuchaba todas las tardes en la banda de 40 metros en contacto con otros colegas radioaficionados y de su propia voz escuchar la Historia de sus andares en los primero dias de la radio en cuba, usted tuvo la fortuna de conocerlo en persona y tener la vision de un dia sacar a luz su vida, por otro lado le cuento que vivo en la ciudad de orlando en estados unidos, y ya he tenido contacto a travez de fb con manolito uno de los hijos de Manolin, Me mantendre en contacto por esta via y muchas gracias una vez mas por su trabajo, la edicion impresa vere la forma de adquirila desde aqui. un cordial abrazo , Carlos.

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La palabra hablada y escrita

En la antigua Roma, atrio era un espacio abierto en sus míticas casas cercado de pórticos y destinado a reuniones familiares y a los huéspedes. En las iglesias romanas, atrio se describía en un patio amplio que miraba al exterior. Atrio son los extensos corredores al aire libre que se disipan a la majestuosidad de muchos templos y palacios en la fisonomía de las grandes ciudades de este mundo.

Y eso es @trio press, un espacio permanentemente abierto a los acontecimientos que han rodeado y rodean la vida. @trio Press (ATP Foro de Noticias) es una ventana a la actualidad en todos los horizontes del quehacer humano, y que dibujaremos con la imagen, el sonido y la palabra hablada y escrita.

@trio press-foro de noticias es una plaza pública en la red, un epicentro de atención cultural e invitación constante al foro libre.

El atrio triunfó en Roma tal como el ágora en Grecia como punto de encuentro y opinión tras la caída de la civilización micénica en el siglo VIII (Antes de Cristo). Hasta nuestros días, la más famosa, el Ágora de Atenas, es la única belleza arquitectónica de la Antigua Grecia que conserva, al menos, su techo original. Y allí, como marcándole el paso del tiempo está al aire libre el extenso corredor, el atrio, que se disipa al Ágora de Atenas.

En honor a esa pauta primera del derecho al foro y a la opinión sale @trio press. Como un foro público, un espacio para difundir actualidades. Vamos a contar la historia que vivimos a partir del testimonio que es uno mismo. Queremos, sobre todas las cosas, encontrar los protagonistas del pasado y del presente del derrotero que es la vida.

Esto es @trio press el espacio donde invitamos a contar la historia, la de este mundo y que, a veces, pasa inadvertida. Contáctenos y cuéntenos lo que quiera en Atrio Press, el foro de noticias. Nosotros lo diremos tal como nos lo cuenten. Bienvenido a @trio press.

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