06 noviembre, 2012

Muere Leonardo Favio, un hito de la balada latina

Su muerte
 
Su música
Un hombre muy complejo, era un genio, era un loco.

Y "ella no le olvidó"

Fue un boom en 1969 cuando se consagró en Chile en el Festival de Viña del Mar. Su mayor mérito estaba en el cine de autor que realizaba.

"Ella, ella ya me olvidó...", dice en uno de sus temas más conocidos. Hoy la muerte ha tocado a Leonardo Favio, el baladista que nos enamoró con el "Ding Dong y tantas cosas del amor", pero ella, no le olvidó.

Ha muerto Leonardo Favio, un ídolo argentino, un hito de la balada latina.

Leonardo llevaba varios años luchando contra el cáncer, pero sucumbió a causa de complicaciones de una neumonía. Estaba hospitalizado desde septiembre.

Argentino de origen, Leonardo dijo adiós a la vida este lunes en su país natal, a los 74 años de edad.

En la Clínica Anchorena, de Buenos Aires vivió su final en medio de la agonía por una neumonía que le consumió.

Entre sus máximos éxitos se encuentran 'Fuiste mía un verano', 'Ella ya me olvidó', "Ding dong, tantas cosas del amor" y muchos otros.

Su última aparición pública fue en agosto último, cuando la Cámara de Diputados de Argentina le otorgó el Diploma de Honor "Presidente Néstor Kirchner" por "su trayectoria artística y sus convicciones intransferibles".

No fue una despedida ni lo es hoy su muerte. El argentino Jorge Duró, quien fue mánager de Leonardo Favio por cerca de 20 años, ha dicho que en su país era más recordado por su perfil de cineasta que por las canciones que coló en el imaginario AM chileno: Ella ya me olvidó, Fuiste mía un verano, Mi tristeza es mía y Ding dong, ding dong, son las cosas del amor, pequeñas muestras de un cancionero que apenas resume la figura de “un hombre muy complejo, era un genio, un loco”, como lo describe su colega y contemporáneo, el cantante argentino Leo Dan.

SU HISTORIA

Favio nació bajo el nombre de Fuad Jorge Jury, en la ciudad mendocina deLuján de Cuyo, en mayo de 1938. Hasta allí -en esa proximidad geográfica- puede rastrearse parte de su cercanía con Chile, según explica el mánager del artista. También, las trazas de una biografía que lo convertirían en un baladista atípico, un cineasta preocupado por el realismo y un creador que siempre cuidó su impronta social.

Su padre dejó el hogar cuando el cantante aún era un niño, quedando al cuidado de su madre, la escritora Mariana Olivares, y obligándolo además a circular por varios centros de menores. Ahí nace la inspiración para su película Crónica de un niño solo, de 1965, su primer largometraje y relato autobiográfico, un filme que obtuvo la mayoría de las votaciones (un 75%) en una encuesta del Museo del Cine Argentino, para elegir a las 100 mejores películas sonoras de ese país. Le seguiría El romance del Aniceto y la Francisca, de 1967, otra entrada clave en su filmografía, protagonizada por un elenco que incluía a su primera esposa, María Vaner. Pero en 1968, aquejado por las dificultades para producir sus obras cinematográficas, se vuelca a la guitarra, que había aprendido a tocar cuando niño. De ese año es su primer disco, emblemático por sus clásicos románticos: Fuiste mía un verano.

“Ya se notaba que era un cantautor adelantado”, recuerda José Alfredo Fuentes. Según el cantante nacional, el contenido de sus canciones separó aguas con la generación de baladistas que lo recibió de este lado de la cordillera. “Era osado, tenía descripciones amorosas más de la carne. Incluía además cosas sociales -aunque no políticas en esa época- y sus temáticas eran muy de barrio porteño, de pichanga y pantalón corto”, explica Fuentes.

“Favio solía repetir que él no cantaba: que bramaba y nada más. De ahí también su apodo, ‘El Toro de las Pampas’”.
Leonardo Favio ya era distinto. Atrás había dejado, también, la preocupación política que desde 1972 le asignó roles en la difusión y defensa del peronismo.

“Ya no estaba interesado en nada de eso. Lo único que hacía era meditar. Estaba metido en una onda muy mística”. Así, comenzó a crecer su fama de tipo huraño, de pocos amigos, siempre discreto.

Como lo ven

“Debo decir que no era un hombre fácil. Tenía un carácter muy especial. Le cargaba presentarse junto a otros artistas y reaccionaba a muchas cosas de modo muy iracundo”, comenta el argentino Yaco Monti.

“Una mezcla entre James Dean y Marlon Brando”, según Leo Dan, “un hombre muy temperamental, con quien yo compartí como su otra alma, como el tipo que siempre aparecía para calmarlo”.

El productor local Alfredo Troncoso organizó la última gira que Favio realizó por Chile, el año 2003, una que lo paseó por Santiago y Viña del Mar. “Era un tipo muy cordial y culto, asombrosamente progresista”, lo describe Troncoso. Y cuando andaba por Chile, cuando se desplazaba por el país como lo hizo desde la década del 60, sólo una cosa no podía faltar: una parada en la Ruta 68, para comprar papayas.

Leonardo tenia un proyecto inconcluso: Troncoso le propuso al cantante y cineasta realizar una serie de conciertos con un acompañamiento musical a cargo de músicos chilenos. “Pero ya nunca más pudo viajar, porque empezó a priorizar su cine”, explica.

Favio tenía mil propósitos como el de visitar el Chile que lo lanzó, pero la salud lo retuvo en Argentina. Nunca más reemprendió su viaje por la vida y por el amor.

Aún así, Leonardo, hoy que te has ido, el pregón es nuestro, ella no te olvidó.

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